Las y los jóvenes desplegamos nuestras alas de esperanza - siempre lo hacemos - para surcar los cielos de la nueva epopeya y visionar, desde lo elevado de nuestros sueños, los nuevos escenarios de un porvenir en paz, reconciliación, solidaridad y justicia social, con los rostros tiernos y joviales de los ideales más puros, que de generación en generación se resisten a morir, encubándose en los corazones porfiados y rebosantes de optimismo de los jóvenes.
 Jamás sobrará la juventud utópica y soñadora, antes por el contrario, hará falta y será siempre necesaria; por eso los jóvenes de Colombia vuelven a tomar su lugar, en la primera fila del partido de la historia, saltan al terreno de juego para decidir el encuentro siempre difícil entre lo caduco y lo nuevo, y nuestra decisión es por lo nuevo, entonces nos lanzamos decididamente a alcanzar la utopía, con el desespero de quienes no queremos perder ni un solo instante, ni pasar otras noches en los terrenos del oscurantismo y la barbarie, para mostrar a los espíritus anquilosados y a la vetusta reacción que otro mundo es posible.

Juventud es creación, es transformación, es revolución; es la rebeldía cimarrona que invita a los palenques de Benkos; es la honestidad indígena que una vez burlada unta de resistencia sus flechas; es filas de comuneros descalzos, machete en mano, avanzando hacia Santafé; es resistencia heroica en Cartagena sitiada; es la ternura de Policarpa en el cadalso desafiando la crueldad de Sámano; es Nariño de vuelta al presidio con el rostro en alto y la dignidad incólume; es la bondad de Sucre, inmortalizado en Ayacucho, extendiendo la mano al vencido; es Bolívar, joven entre los jóvenes, delirando en Casacoima o soñando en el Chimborazo con la libertad de un mundo y la instauración de un nuevo orden.
El Caribe llama, con su retumbar de tambores, con pito atravesao, con seducción de cumbiambera, con porro sabanero y bajos de acordeón, a los verdaderos jóvenes de Colombia: convocamos la alegría, la esperanza, la amistad incondicional, el amor desinteresado, la rumba, la academia y el trabajo; convocamos a los jóvenes campesinos que aran los caminos de la nueva patria; a los jóvenes indígenas de sabiduría ancestral, herederos de Quintín Lame; al joven afro que trenza la infinita fortaleza, el orgullo original y el talento sin igual; a los jóvenes estudiantes de las incontables jornadas memorables; a los jóvenes desplazados que, junto a sus familias, regresarán triunfales a sus terruños; a los jóvenes trabajadores que no sucumben a la resignación y a los del rebusque espontaneo y creativo que se niegan a ser negados; convocamos a la banda, al grupo, a la barra, al combo, al parche, a la gallada y la pandilla; convocamos a los jóvenes de hace dos, tres, cuatro y hasta cinco décadas; en fin, convocamos a los jóvenes de todas las edades, orígenes, colores, olores y sabores, al CABILDO NACIONAL DE JUVENTUD.
LA REALIDAD DE NUESTRO PAÍS Y SUS CONSECUENCIAS PARA LAS Y LOS JÓVENES:
Colombia ostenta la indignante condición de ser el tercer país más desigual del mundo, hecho construido históricamente sobre la base de un modelo económico injusto, que se erige a su vez sobre las premisas del despojo y la mercantilización total de nuestras tierras y territorios, recursos naturales, empresas públicas, derechos y riqueza social, desarrollándose por parte del régimen una guerra contra el pueblo y sus organizaciones como forma de mantener, perpetuar y profundizar dicho modelo económico.
Los jóvenes no somos ajenos a esta realidad, sabemos que este modelo se ensaña contra nuestro pueblo y especialmente contra nosotros; somos plenamente conscientes que el régimen político caduco y enfermo solo nos depara alienación, desempleo, criminalización y muerte: no es gratuito que millares de jóvenes estén sin empleo y otros miles sean portadores de verdaderos contratos basura, trabajando de sol a sol en call centers, cafés internet, restaurantes y socavones, todo por un jornal de hambre, excluidos de la posibilidad de conocer en la realidad aquellos principios ya lejanos como la estabilidad laboral, pensiones, cesantías, salud, organización sindical y cualquier posibilidad de construir un proyecto de vida digna a largo plazo.
Tampoco es casualidad del destino que se nos niegue el derecho de acceder a una educación gratuita de excelencia en todos los niveles de formación: en el país entrar a la universidad y culminar una carrera es un verdadero privilegio, cuando no un contrato de por vida con el sector financiero; no es posible estudiar lo que queremos sino lo que nos toca: estos elementos dejan claro que la apuesta del modelo es acabar con nuestra inteligencia, alegría y rebeldía, intentando masificar la ignorancia, el desconsuelo, la sumisión y una formación técnica, de cara a garantizar el funcionamiento del precario sistema productivo de nuestro país y a perpetuar la dominación política.
En este contexto, el Régimen político conciente de nuestra rebeldía, capacidad crítica y transformadora, le da a cualquier tipo de organización juvenil alternativa un tratamiento contrainsurgente, bien sean los raperos con sus liricas contestatarias develando la podredumbre de este sistema, o los barristas vinculando el futbol a las problemáticas sociales con el fin de hacerle una gambeta a la indiferencia, o la de pelaos que mediante su ingenio se organizan para combatir en la red contra la propiedad privada sobre el conocimiento, la información y los abusos de los poderosos; ni que decir de los que, reivindicando la necesidad de una cultura diferente y los valores de clase, se organizan contra el fascismo y el racismo: todas estas reciben hoy el trato estigmatizador y criminal que por décadas se le ha dado a los movimientos estudiantiles, desde el inolvidable Uriel Gutiérrez hasta nuestros días.
CABILDO NACIONAL DE JUVENTUD: ¡HACIA LA PAZ CON JUSTICIA SOCIAL!
Especial atención merecen las dinámicas del conflicto político, social, cultural y armado, en las que el Estado hace de los jóvenes las principales víctimas a través de diferentes métodos, promoviendo que las fuerzas armadas colombianas sean la única posibilidad de tener un sueldo con el que aportar a la ya bastante deprimida economía de sus familias, por lo que cada año, de manera verdaderamente forzada, el ejército oficial incorpora miles de jóvenes pobres a sus filas, llevándolos a morir en defensa de los intereses del gran capital, contra su pueblo: ¿cuantos geniales ingenieros, economistas, poetas, teatreros, constructores de una mejor sociedad, está perdiendo nuestro país en el ejército de las violaciones, las torturas y los falsos positivos?
La historia espera impaciente el concurso de los jóvenes; así, nos tomamos la palabra para hablar por el pueblo sin voz que clama por la paz y la justicia social. Atendemos los gritos desesperados de los millones de desamparados que sufren en carne propia el abandono estatal, mientras se alimenta el odio y la polarización a través del gasto militar desorbitado, y se satisface la sed de sangre de quienes se empeñan en perpetuar una guerra fratricida, que anega con los cadáveres de nuestros hermanos y amigos los campos de Colombia.
A esos guerreristas de siempre le gritaremos que nuestros votos son por la paz con justicia social, que el pueblo está cansado de mandar sus hijos al campo de batalla para verlos regresar sin vida, entre “honores” que sepultan las esperanzas de las familias humildes, que son las que ponen los muertos, porque el Estado se empecina en entronizar la guerra como especie de sino cruel e invariable para nuestra sociedad y sus jóvenes.
Por eso, el Caribe de alegría nos convoca para hablar de paz: de la paz de salud, paz de educación, paz de trabajo digno, paz de tierras, paz de vivienda, de la paz que represente la solución a los graves problemas que padecen las mayorías; nos reuniremos en la hermosa Cartagena para proclamar al concierto de las naciones la voluntad de los jóvenes colombianos de abrir escenarios que conduzcan a la paz con justicia social, bajo el entendido de la necesidad de un dialogo franco y honesto, de cara a la sociedad y con la participación de los sectores sociales y populares, como condición necesaria para superar las causas que le dieron origen al conflicto, causas que aún persisten, atizando el fuego de la confrontación interna.
EL CABILDO EN EL MUNDO:
Las y los jóvenes del mundo hemos sido protagonistas de primer orden, en el debate, la trinchera y la movilización, sin sucumbir a los cantos de sirena de la posmodernidad individualista, alienante del espíritu, confirmando hoy más que nunca nuestra condición de sujetos y actores políticos en procura de la transformación y del cambio profundo, repeliendo cualquier pretensión de convertirnos en objetos de consumo y para el consumo, fríos y robotizados, ratificando además que nuestro interés por algún género musical, por los derechos animales o la vida del planeta, la etnia o el lugar de procedencia, ceden ante la necesidad de luchar unidos contra el capital que roba presentes y futuros, y asesina por inanición a niños inocentes: ¡nos negamos rotundamente a participar en los sórdidos propósitos de la brutalidad capitalista!
Con la solidaridad que nos enseñara el Padre Libertador, lanzaremos nuestro abrazo sincero a las y los jóvenes de las múltiples manifestaciones que, en diversas latitudes del mundo, se levantan por la construcción de modos alternativos de vida, erigidos sobre la dignidad humana y el bien común; por eso, en las calles de Atenas, en frente de Wall Street, en la Plaza del Sol en Madrid, en las grandes alamedas que ha vuelto a colmar el movimiento estudiantil chileno, en Inglaterra, Canadá y otros países, se libran batallas por la soberanía y la dignidad, contra el despotismo, el neoliberalismo, el imperialismo y todas sus formas de opresión salvajes e inhumanas: es el Cabildo un aporte sencillo en esta lucha titánica y universal.
Seguimos el precioso legado de Martí, de Zapata, de Artigas y de Sandino, para saludar con emoción a los jóvenes latinoamericanos, los de la Patria Grande, a quienes extendemos nuestro grito gaitanista de ¡a la carga! para avanzar juntos por caminos de esperanza, inclusión y democracia real.
Las y los esperamos…


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